miércoles, 30 de noviembre de 2016

"En torno a Eduardo Chicharro", por Amador Palacios

Eduardo Chicharro: "La soledad como ámbito del poeta"Amador Palacios

El entrecomillado del título de esta aproximación conmemorativa de la figura y obra de Eduardo Chicharro (1905-1964) son palabras de Gonzalo Armero extraídas del texto de presentación a la magnífica edición que realizó de su poesía en 1974, siendo esta publicación la última impresión en libro del autor del Manifiesto de Postismo, soberbia y precisa arquitectura verbal de un hombre que estuvo “condenado al ostracismo y a la tribuna familiar de unos pocos amigos”. Esta entrega pudo ser gracias a la venta de una carpeta que, recogiendo sus Cartas de noche, se acompañó de obra gráfica de unos cuantos amigos y discípulos del poeta (Amalia Avia, Lucio Muñoz, Saura y Sempere, entre otros), posibilitando así la financiación de un volumen de 350 páginas que en holgado formato editó la feliz y extinta colección Trece de nieve, y que, con el título de Música celestial y otros poemas, agrupa la casi totalidad de la obra poética de Eduardo Chicharro.
Quizá no se pueda afirmar tajantemente que Chicharro sea un poeta hoy olvidado, sí sangrantemente postergado; su difusión y reconocimiento son minoritarios en grado extremo. Informes, desde luego poco rigurosos, conceden ahora el exclusivo protagonismo del lanzamiento del Postismo a Carlos Edmundo de Ory; y si bien la jefatura del Postismo fue tricéfala, siendo sus fundadores (y por lo tanto, tanto monta...) Chicharro, Ory y Silvano Sernesi, lo cierto es que el puro planteamiento y las bases de la actividad de esta vanguardia estaban en la cabeza de Chicharro desde muchos años antes de su aparición pública en Madrid en enero de 1945. En ese momento, en el mundillo literario de la alta posguerra española, y como asevera Ory, “la fama de su nombre era incontestable, en el mundillo ese. Pero era una fama vaga, vagabunda”, y al acabarse el trajín postista, tanto sus correligionarios como los elementos del ambiente le dejaron muy solo. Con razón dice Ángel Crespo que el mayor error de Chicharro fue no calibrar la capacidad de la sociedad circundante para entender la inmensa novedad que él aportaba. Ninguna editorial hoy lo reedita. El centenario de su nacimiento ha pasado sin pena ni
gloria.

Vamos a seguir la cronología establecida por Andreu Van Hooft y plasmada en su tesis doctoral Eduardo Chicharro Briones: La obra narrativa y la obra en verso: estudio y análisis.Nace Eduardo Chicharro Briones en Madrid el 13 de junio de 1905. Era hijo de Eduardo Chicharro Agüera, pintor de cámara de Alfonso XIII. En 1913, la familia se traslada a Roma al ser nombrado el padre Director de la Academia de España en la Ciudad Eterna. A los 12 años se inicia en la pintura y escribe sus primeros versos en italiano, unos poemas en prosa influidos por Tagore. Al iniciar su adolescencia descubre a los novelistas franceses, Dante, Tostoi, Rabelais, Novalis, Cervantes, Homero, autores que, más tarde, le van a servir de claros referentes al teorizar sobre el Postismo. En 1925 regresa a España, hace la “mili”, y aquí permanece hasta 1928, año en que vuelve a Roma, donde ha obtenido una beca para estudiar y residir en la Academia. En el viaje a Italia, pasa fugazmente por París y descubre el surrealismo. Ya en Roma, conoce al pintor Gregorio Prieto, también becado como él, y con quien realiza una serie de montajes fotográficos que pueden considerarse como el primer embrión de la producción postista, aún sin sistematizar, al ser uno de aquellos incluido en la portada del primer número de la revista Postismo.En 1935 regresa de nuevo a España y el 17 de junio se representa en el Conservatorio de Madrid, en sesión única, su tragedia Akebedonys 1930. Viaja por Europa y vuelve a Roma. En esta época escribe sus primeros poemas ya maduros, en castellano, como el titulado “Resurrección”, dedicado a Prieto, y que exhibe unos tonos líricos muy propios de la generación del 27, tono que pronto quedaría fuera de sus simpatías

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