¡Que pena, cuando se nos va la buena gente!. Cuando nos dejan personas que han vivido la historia de nuestras ciudades en primera persona. Gentes irrepetibles, de otra época. Se ha ido para siempre Godofredo Chicharro,una de las almas de mi querida Casa Ciriaco.
Godo, como le llamábamos, representaba junto con su hermano Ángel el espíritu de los taberneros. Regentaban la mítica Casa Ciriaco, donde se ha escrito parte de la historia de la ciudad de Madrid. Un lugar de leyenda, de vida, de tradición centenaria, terminal obligada de la cocina tradicional de la ciudad. Godo era uno de los supervivientes de esa tradición en vías de extinción, el tabernero que hablaba con su clientela, que la conocía y mimaba, no importaba condición social, ni apariencia.
Entrabas en Ciriaco y Godo te atendía siempre como a un príncipe, conocedor en primera persona de los chascarrillos de la corte, te contaba entre chistes y mil bromas, las últimas noticias, era un libro abierto, con la discreción necesaria del que lo sabe todo y no cuenta nada.
Era un hombre con una sonrisa permanente, que te imitaba a mexicanos, que conocía todas las noticias e historias de la gente que pasaba por sus mesas. Un hombre entrañable, que empezó a trabajar de niño inflando los pellejos del vino y como medidor de chatitos.
Un trabajador nato que en 1967 se encargaba junto con su hermano Ángel de Casa Ciriaco, el arquetipo de la taberna ilustrada; cenáculo de pintores, escritores, toreros, políticos, reyes y gentes del buen vivir.
Tertulias, momentos para la historia, personajes y largas sobremesas han pasado por la vida de Godofredo en su Casa Ciriaco, un santuario de la memoria de la capital.
Ciriaco es pura vida, es parte de nuestra historia. Fue en 1906 antes de llamarse Ciriaco cuando la fachada de este emblemático lugar de Madrid contemplaba como un anarquista, Mateo Morral intentaba acabar con la vida de Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia el mismo día de su boda. No acabo con la vida de los reyes, pero si con la de decenas de personas que contemplaban la comitiva. Un duro suceso que convierte a este lugar en un referente de nuestro pasado.
Ciriaco es un lugar donde resuenan palabras, reflexiones, ideas que probablemente configuraron la España que hoy conocemos y allí todo sigue igual. En 2017 Casa Ciriaco cumple 100 años de historia sin que Godo pueda disfrutarlo, pero allí siempre quedara su espíritu, sus largas horas de trabajo, su amabilidad y su profesionalidad. Desde aquí todo mi cariño y afecto para el gran equipo de Casa Ciriaco. Adiós Godo, gracias por tantos buenos momentos.
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